martes, 4 de septiembre de 2012

Noche Barranquillera


Extraño la brisa haciendo crujir mi ventana,
la brisa fria que nos permitia descansar del calor eterno.
Extraño los sonidos de la calle apagandose poco a poco,
los buses, los carros, las motos, uno que otro equipo de sonido a la distancia,
las risas de los niños, los grillos.
Silencio.
Extraño fumar en mi ventana a eso de las doce,
mirar hacia el rio tan cerca y tan lejos,
mirar hacia el cielo y contemplar la luna grande y redonda.
Extraño el olor a arena mojada de los días de lluvia,
el olor a casa.
Extraño esas caminatas después de un café o un par de jugos,
la tranquilidad de una tierra que se mantiene serena e inmune al caótico devenir moderno.
Extraño las cervezas en la troja,
la salsa que retumbaba en mis oídos y me sacudia el alma,
las risas de mis amigos,
los chistes internos,
las miradas cómplices,
esos buenos momentos.
Extraño las noches en el parque,
ese pulmón verde en medio del cemento
en el que tantas veces envenenamos vino,
y dejamos en su grama nuestros sueños.
Extraño mi ciudad,
extraño mi historia,
extraño mi vida,
extraño mi tierra,
me extraño a mi misma.

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