domingo, 20 de noviembre de 2011

Confesiones ... a veces son necesarias


Soy una tonta enamorada, de esas de las que Freud mismo hablaba.
Aquellas que se vuelcan en el otro y se pierden lentamente.
Soy de esas mono temáticas, que no encuentra una cosa mas sobre la cual hablar.
Soy de esas que revisa detalle a detalle cada gesto, cada palabra, cada silencio.
Soy de esas ciegas que no pesquisa sin embargo lo evidente:
El rechazo.

Activo o pasivo.
Con o sin escrúpulos.
Malvado o benigno.
Rechazo es.
Así sale en el diccionario.

A veces me miento diciéndome y diciéndoles, que es perfecto ilusionarme con algo imposible,
puede ser definido como distracción y no duele.
Es mentira, sin embargo, duele y bastante.

Duele seguir sintiendo que esa persona es perfecta en su imperfección,
para mi, para mis planes, y mi futuro.
Duele seguir soñando en falso.
Duele seguir repitiendo tu nombre en mi cuarto, donde solo el eco responde.
Dueles.
Ese es el verbo que conjuga la vida con tu pronombre.

       El duele

Entonces ¿Para que seguir así?

¿Qué sentido tiene que sigas doliendo ... adentro?
¿Qué sentido tiene si no estas y yo tampoco estaré?
¿Qué sentido tiene si escribes tu presente y tu futuro con otra?
¿Qué sentido tiene dejar que el sentimiento sea mas grande que mi cuerpo?
¿Qué sentido tiene que te mantenga aqui, y no te deje ir, si nunca has estado, o tal vez si?
¿Qué sentido tiene, dime, por favor?

No lo hay.
No lo encuentro.
No lo entiendo.

Y sigues,
si,
tu sigues,
doliendo.

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