Cuanto me cuesta olvidarle,
olvidar algo que no he vivido,
los labios que no he tocado,
los brazos que no me han sostenido,
las caricias que no he recibido,
los te quieros susurrados al oído dulcemente que no he escuchado.
Es triste, totalmente triste, no tenerte.
Aparecen en mi cabeza canciones sin melodias que suenan perfectas,
versos que parecen sacados de los libros que están en mi mesa de noche,
que bien podría recitarlos una y otra vez al viento para que los lleve a tu cama
y te arropen en las noches frias.
Podría lanzarme a un vacío,
a un barranco de miedos y demonios familiares si tuviera la certeza de encontrarte.
Pero mi realidad y tu realidad se impone,
si existe algo imposible eres tu y no lo soporto.
Me voy con la certeza de que conocí a quien me hizo sonreír timidamente,
a quien me dio esperanzas de que el amor multicolor existe,
al que distante, sin saberlo y sin quererlo me ha llenado de alegrias.
A ti te escribo esto.
¡Como están de cansados mis dedos!
De teclear y teclear sentimientos.
De dedicarte poemas que no leerás,
canciones que no escucharas
y colores que no verás.
Si pudiera viajar en el tiempo regresaría a esa tarde soleada en que te tuve cerca por vez primera,
sin saber lo que significarias en el futuro.
Dejaría mi timidez de lado y te preguntaría si querrías tomar un café y charlar.
Me meteria en tus ojos, y en tus labios y no saldría.
Estaría bajo tu piel respirándote a bocanadas salvajes.
Te arrullaría en las noches de luna llena y las menguantes,
aprenderia a tocar guitarra, piano y clarinete,
a pintar un futuro para los dos en una playa escondida,
donde pudieses analizar el porque de las olas grises y el viento que suena.
Se, sin embargo, que si algún dia te fugas te esta ciudad de sordos,
no seria conmigo, amigo.
