domingo, 24 de junio de 2012

Terminar con tu pareja y no morir en el intento


Eso de las relaciones humanas es tal vez el misterio mas grande existente sobre la faz de la tierra, al menos para mi, no hay nada que me genere mas intriga, duda y algunas veces inquietud. 
Y bueno, no está de más decir que la experiencia propia vale, eso que la vida te enseña por medio de las personas que encuentras en el camino, las que dejas pasar y que deciden quedarse o no.

Hoy por primera vez me decido escribir sobre el rompimiento amoroso, que he vivido como ustedes de primera mano. 

¿Que es eso de terminar? 
Existen varias formas, empecemos:
  • La directa: aunque cruel, la mas sana de todas las formas. La respuesta a las incomodidades que empieza a sentir una de las partes 
  • La indirecta: tal vez la mas azarosa, esa que está ahí sin ser vista pero por obra de los dioses o de Cortazar un buen día se hace inevitable, en forma de otro cuerpo, en tus sábanas, en tu espacio, por el engaño y la infidelidad. 
  • La silenciosa: esa que crece día a día, ese distanciamiento, diría Winnicott replegamiento, ese silencio pavoroso que da cuenta que lo que creías o dabas por sentado ya no existe o está extinguiendose poco a poco. La madurez o el temor de una o ambas de las partes determina cuanto puede perdurar esta forma de acabar el amor, puede tomar horas, días o a veces años, puede incluso mantenerse cual coma medicamentoso latente por siempre hasta la muerte. 
Creo que un rompimiento incluye alguna combinación de estos tres factores, o tal vez ninguna, estas son las que conozco por experiencia propia, por las personas que me rodean y por el arte (música, películas, teatro, etc.). 
Sin importar como se presente, cuando se presenta, el fin de una relación supone la perdida de un sostén, de un nido, de un espacio creativo que generaba vida por si mismo: el amor. No siempre todo es perfecto, a veces no se pierde el amor, a veces se pierde la dependencia hacia alguien mas; y tal vez en ese caso un rompimiento sea justo y necesario.

Lo que ocurre después es nefasto, destructivo y doloroso, es la muerte misma en vida. Cuando el enamorado pierde su objeto de afecto queda vacío, sin esa tuerca que por un tiempo sostuvo su mundo. Se encuentra mas solo que nunca, porque la ilusión de compañía de luchas y batallas cae. El duelo de una relación es tan fuerte como la de alguien que fallece, con el componente extra que esa persona que falta no ha muerto, sigue viva, respirando, y tal vez y con temor a ser demasiado pesimista, esa persona es feliz. 
El éxito de un duelo amoroso recae en realmente vivirlo, sin importar cuanto tiempo tome, ya que  depende de muchos factores que lo hagan mas o menos llevadero. Por lo general una relación que termina puede afectar al enamorado en otros campos, en su trabajo, en su estudio, en sus hobbies o en sus relaciones interpersonales; y si no tiene el cuidado de preservar estos otros campos como pilar de fuerza y apoyo puede venirse todo abajo. 

No creo personalmente que sea necesario que todo se mantenga a flote, un desequilibrio obliga a tomar acciones, a ejercer un cambio, a pasar la pagina. Cuando esa persona se va otras quedan, otras, que logran al menos hacerte sonreír; el apoyo de la familia y los amigos es crucial, no hace que el duelo termine, ni mucho menos llenan ese espacio pero aportan una chispa de vida y continuidad. 

La sabiduría popular, no tan sabia en este caso, ella dicta: "un clavo saca otro clavo". Desde el psicoanálisis se diría que solo es un desplazamiento, la búsqueda de un sustituto, que desafortunadamente quedará cubierto con el fantasma de la relación pasada. Puede mantenerse, por mucho o por poco, pero es falsa, irreal y eventualmente puede sucumbir ofreciendo mas dolor. 

Temo sonar realmente trágica, pero la vida es una tragicomedia en si, una mezcla de cosas mágicas y surreales, de fantasías; de momentos grises, mas bien negros y otros brillantes. Es un ciclo de nacimiento y muerte constante. 

Puedo mencionar fases: negación, rabia, tristeza y aceptación, pero la verdad es esta: cada persona vive este proceso de manera única y diferente. Lo importante es vivirlo; llorar lo que hay que llorar, decir lo que hay que decir, pensar que todo es un desastre, que nada vale la pena, reír cuando haya que reír, recordar con nostalgia, rabiar, dormir, dejar ser y por ultimo saber que todo en la vida tiene un tiempo y un espacio y aceptar que la relación que terminó fue buena y mala, fue perfecta e imperfecta al tiempo. Te hizo feliz, te hizo llorar, pero ante todo te permitió vivir y experienciar de primera mano eso sobre lo que Shakespeare y otros mas, escribían y siguen escribiendo. 

Mi experiencia personal es un reflejo de esto que relato pero fue y es aún una situación que me permitió aprender sobre quien soy, que puedo dar, que puedo ofrecer, que merezco recibir, cuales son mis alcances para lo bueno y para lo malo, para amar y para odiar, para construir y destruir, eso que me hace humana, alguien que respira, siente y hace. 

Mi mensaje con este post (que aunque pueda parecer banal es altamente importante para mi) es que siempre hay mas, pero solo es posible en tanto nos permitamos ese espacio, en cuanto creamos que es posible amar de nuevo y ser amado. Está en cada quien permitirse sanar y estar listo para una nueva relación que contará con el plus de que hemos aprendido un poco o tal vez mucho, y sabremos sin duda como reaccionar ante situaciones de estrés, a hablar en lugar de callar, a dejar de discutir por cosas nimias y sobre todo a perdonar y a preservar, no solo a ese otro, también a si mismo: un amor autentico hacia otra persona solo puede nacer de un amor propio verdadero.




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