Y quiero que sepas que me gustas;
que me gustaste desde que te vi por primera vez,
mucho antes que cruzaramos palabra.
Y que una vez que logré pasar ese umbral de confianza,
me lancé al oceano sin salvavidas... a tu oceano.
Y sentí que me ahogaba cuando dejaste de hablarme,
y ahora... ahora solo floto.
No sé si la corriente me lleve a otros brazos,
o si tu me has permitido seguir nadando.
O intercambiemos, y seas tu,
quien nade en mi soledad.
Si te entrego estos versos es porque la calma nos trajo a un lugar común,
y siento que te quiero y tu me quieres,
y me besas y me abrazas,
y te atreves a nadar.
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