Hace un mes sin mas ni menos llegué a Argentina, el pais que por un poco mas de un año se convirtió en el objetivo de mis metas a mediano y largo plazo, de alegrias y penas sin haber puesto un pie aun sobre su tierra.
Y no fue nada facil, dejar atrás la familiaridad de la casa, de mis amigos, de Barranquilla, de mi trabajo, de una vida construida por 23 años que cambiaria por completo en un pais de desconocidos.
Y no fue nada facil, dejar atrás la familiaridad de la casa, de mis amigos, de Barranquilla, de mi trabajo, de una vida construida por 23 años que cambiaria por completo en un pais de desconocidos.
Sin mas detalles después de un viaje de ocho horas aterrizamos en Ezeiza un poco nerviosos y mas que nada cansados, sin saber como llegar a nuestro destino y aun sin creer que en efecto nos encontrábamos en capital federal. El recorrido en taxi nos tomó unos treinta minutos de suspiros y miradas pendejas, de pellizcos furtivos de creernos lo que ante nuestras narices parecia un holograma.
Nuestro primer dia en Buenos Aires tuvo sus encantos y desencantos, de entrada tocaba enfrentar la realidad de que el mundo como lo conocíamos no seria igual y las cosas a las que estábamos habituados ya no eran parte de nuestra cotidianidad. Sin embargo la desesperanza y la nostalgia parecían achicarse a medida que caminábamos por el centro de la ciudad, topandonos con semáforos mal ubicados (diferentes a los de Colombia), casas de gobierno de ensueño, avenidas amplias, arquitectura europea, los atuendos de verano, el acento sonoro en cada persona que nos cruzamos, las calles y sus nombres, los hombres de revista, los micros, los periódicos, las risas y el llanto. Todo era Buenos Aires a nuestro al rededor y al igual que Dorothy sabíamos que no estábamos en Kansas anymore.
La meta del dia era clara, yo debia poner un pie en el Parque Lezama, el parque en que el dragón conoció a la princesa, el lugar en que un Martin melancólico encontró el amor a primera vista en una Alejandra fuera de este mundo y de otro. Y si, despues de caminar bajo el sol que parecia de medio dia pero no lo era, de detenernos a tomar agua, a mirar la guia T y a preguntarle a los policias donde quedaba el parque lo encontramos, verde en medio de tanto concreto. Era aun mas verde y bello que en las imagenes que usaba para motivarme a diario en los numerosos computadores que pude modificar, era real, era verdadero, era el Parque Lezama y Andrea Hernández estaba ahi, caminando como si lo conociera hacia la estatua de Ceres y aceptando el reto que tenia por delante.
Relatar el mes que hemos vivido se hace dificil por este medio pero ha sido sin duda el mes con mas alegrias, tristezas, contratiempos y sonrisas que hemos tenido en nuestras vidas. Mis estudios están casi que en marcha, tengo un techo y una cama, comida en mi nevera y aire en mis pulmones. El checklist de este primer mes tiene un sello de aprobación.
Buenos Aires ya no es el lugar donde estoy perdida, es ahora mi nueva casa.
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